lunes, 7 de enero de 2013

Ferrata de Obarra

El domingo 23 de diciembre después de dos horas de viaje llegamos al monasterio de Obarra Mallada, Estefanía y yo para conocer una nueva ferrata abierta el pasado verano y de la cual teníamos muy buenas impresiones. La ferrata recorre una montaña rocosa que se encuentra justo encima del monasterio y tiene el inicio al borde de la carretera por lo que la aproximación es nula. Al poco de comenzar a ascender, la via presenta varios tramos totalmente verticales y aumenta el patio. Tras poco más de media hora llegamos a una gran repisa herbosa que abandonamos por un muro de unos veinte metros verticales para llegar al primer puente tibetano. Es un puente de unos diez metros que nos deja debajo de una pequeña cresta la cual hay que subir y luego bajar por detrás para llegar al segundo puente. Este nos deja bajo un gran espolón que nos lleva a realizar una pequeña trabesía a la izquierda para llegar al tercer y último puente. Este último puente solo dispone de una sirga donde apollar los pies a la hora de cruzarlo, lo que le da una mallor dificultad. Tras este, nos queda una pared vertical hasta la cima. Desde la cima podemos ver el pueblo de Ballabriga, a donde llegaremos siguiendo una senda que sale hacia la derecha. Tras tres horas de actividad llegamos a Ballabriga, donde localizamos un bonito lavadero ideal para comer al solecito. Ballabriga es un pequeño pueblo situado a dos o tres kilómetros del monasterio de Obarra, en el cual, según nos dijeron sus cuatro habitantes, nadie está fijo todo el año, ya que en invierno lo pasan en Graus y solo suben los fines de semana. Después de comer, y a modo de paseo, llegamos al coche en poco más de veinte minutos con la sensación de haber realizado una gran actividad, pues para mí, es la mejor y más espectacular ferrata que he hecho nunca.